de un nudo cerrado en un puño,
de miserias escondidas.
Ojos de cristal opaco, donde
la clarividencia de luz nos es negada.
Sintonía que enmudece el dulce
sonido de la flauta, besada por los labios.
Esos labios, desgarrados en el lamento,
con los ojos volátiles, pidiendo clemencia
al cielo.
Nadie puede poner ventanas al cielo,
pero el clamor se pierde en las laderas,
cuando las montañas son testigos mudos
y ni siquiera el eco es capaz de devolver
las voces pronunciadas.
Escrito en Marzo 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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