ante la persistencia de la noche
y clava sus dientes de metal bruñido
en minúsculas esferas, que brillan
en la negrura de un firmamento,
sumido en un sueño opaco
y desmedido.
La noche luce su encaje
sobre la densidad de su cuerpo oculto,
ante una voz perdida en los desiertos
del ánimo.
El viento azota los flancos de las simas,
con sus extremidades en las columnas rotas de sus costillas, que hundidas,
carecen de toda respiración.
Tan sólo un callado verbo
de alfileres prendidas, suplican
desde su agonía, el pulso necesario,
para sentir su vida palpitar,
en los ojos de quienes las contemplan.
Escrito en Marzo 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz".
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