las nubes no son visibles,
Huele a tormenta y el aire se torna
más denso y pródigo en humedades.
La boca bebe una niebla lechosa, desde los senos íntimos de los cielos.
Rueda el Sol ebrio de luz en el día,
bohemio, eterno vagabundo de cada jornada, en ese deslizarse lentamente
sobre el lecho de las horas.
Se oxidan las piedras con el musgo
amarillento y las hierbas humildes
buscan la luz entre los recovecos,
que el hielo dejó en las rocas
el pasado invierno.
Auguro la lluvia, en perlas gratificantes,
sobre una tierra provocativamente
desnuda.
Escrito en Marzo 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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