carentes de respuestas.
En los territorios deshabitados de razón,
las moscas se alimentan de las mieles
de los halagos con fecha de caducidad
y los cadáveres flotan boca arriba, a la espera
de alguna respuesta convincente.
Sobre una bola de estiércol, un escarabajo
deposita los huevos de su futura progenie
y el hedor penetra en todos los hogares,
con ventanales abiertos todas las interrogaciones.
Un clavo se oxida, permaneciendo clavado
en la blanca y virginal madera, mientras
los árboles lloran en silencio,
el despropósito humano, de convertir
este mundo en un gran almacén,
donde guardar cada una de sus miserias.
Escrito en Enero 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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