sorprendiendo los aleros y precipitando
su manto blanco sobre el gris pavimento.
Apetecen los abrazos, el chocolate caliente
y el calor de hogar.
Lo único que admito en este frío paraje,
es el humo de las chimeneas
y las nubes plomizas, que llevan dentro
el gélido aliento, que transforma el agua
en nieve.
La vida va rodando y se despeña,
precipitándose sobre las columnas de nuestras
convicciones.
Uno sabe a ciencia cierta,
que toda notoriedad, obedece a un pasaje
inédito, que deja su indeleble huella
sobre el hielo, y aún a pesar de todas
las primaveras, uno sabe que la nieve
no es tristeza, sino ese espacio que congela
un instante y lo guarda en la memoria.
Las calles son un silbido,
que el viento pronuncia, para abatir
a un silencio mortal, con su voz frenética,
mientras los copos de nieve caen,
intentando limpiar las conciencias
y los senderos recorridos erróneamente,
por nuestra inconsciencia.
Escrito en Enero 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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