mientras se hacinan las horas
en el armario del pasado.
Estuvimos haciendo gárgaras
con el poco aire que quedó
tras las respiraciones necesarias
para seguir viviendo.
Y uno se da cuenta muchas veces,
de la incongruencia desmedida,
que transita por las calles
con la alevosía y petulancia,
que caracteriza a quienes no se paran
el tiempo necesario para meditar.
El tranvía desgasta los raíles y parece
que una sonrisa, ha hecho aparición
en algún rostro de joven actitud.
No sé porqué, pienso en todas las cosas
que van quedando por los caminos
y los guijarros de las viejas
calles empedradas, me parecen
mudos testigos de todos mis pensamientos.
Escrito en Marzo 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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