que nace de la insatisfacción, el temor
o la duda.
El dolor no tiene color y varía, según
lo califiquemos, su forma es acorde
al grado de angustia con que
es recibido o asimilado.
El dolor es una tintura que se queda
en el alma y nos encoje el mismo pecho,
que antes albergaba una ilusión.
Cristal forjado en la esperanza,
vidrio, en el cual, como caleidoscopio,
la vida adquiere otras tonalidades
y formas.
El dolor, ciego compañero de camino,
sujeta nuestra mano, decidido
a no abandonarnos.
Náufrago de las emociones que fluyen
sin control, cuando nos dominan
y anegan con un caudal que sube
hasta la garganta de la angustia.
Escrito en Marzo 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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