que no tienen ni palabra, ni compromiso.
Ni perdono, ni olvido la mentira
y la traición.
Dejé de abrir mi corazón roto ya, tantas
veces y con heridas recientes, sigo caminando.
Siempre hay alguien que se cree capacitado desde una altura,
en la que apenas ve lo que sucede
en el interior del alma.
Ya no bebo en las fuentes, sin saber antes, si el agua es potable.
No deseo probar de nuevo el veneno
de unos labios que mienten,
en un beso fingido, que lejos de llenarte
de dicha, vacían tu alma.
Se instala un frío de sepulcro olvidado
en mi interior y sin embargo,
en mis ojos arde una hoguera,
alimentada por todas las traiciones sufridas.
Escrito en Marzo 2017 por Eduardo L. Díaz Expósito."zuhaitz".
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