Hay un estruendo en los cielos
y los cuervos picotean
los púlpitos vacíos.
Un sacerdote bebe sangre
en el hueco de un cráneo amarillento.
¡Ese sonido inaudito y ensordecedor!
de nuevo.
Es el silencio que acompaña a la soledad
única de la muerte.
¡ Se pierde!... se pierde,
se diluye con las lágrimas perdidas.
Pronto me olvidarán.
Es sólo el breve espacio de una vida
convertida en recuerdo.
¡Quiero marchar de aquí!
¡Ese sonidooo...! Terrible sonido
que anuncia el vacío
de mi presencia en el mundo.
Escrito en Julio 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz"
No hay comentarios:
Publicar un comentario