que tu pelo ondeante producía,
al olor a fresco, que tu blusa desprendía
y a esperarte cada día, como quien
busca un rayo de sol entre las sombras.
Un horizonte de almidón sorprendía
mis ojos, cuando me sonreías
y te veía como una diosa entre todos
los mortales.
Mis sueños hablaban de ti y tus caderas
produjeron el vértigo necesario,
para desear el contacto con tu piel.
Tu nombre sonaba en el ático
de mis pensamientos, con un celestial
toque de violín melancólico
o una aproximación a la ternura
que hallaba en cada una de tus miradas.
Escrito en Julio 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz".
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