jueves, 12 de septiembre de 2024

En una tarde fría de otoño.

En el letargo de las horas, la luciérnagas
encienden su luz, iluminando los sueños 
más recientes.
Los muros que te guardan, cuentan historias 
pasadas y la hiedra cubre todas las palabras 
sin sentido.

El viento arrastra sus temores sobre las hojas 
secas del otoño, con un soplo helado,
ante la esperada visita de un invierno 
de cabellos plateados.
La verticalidad de los álamos contrasta
con las mágicas agujas del ramaje de los hayedos, que dormitan bajo el húmedo musgo.


El río, enajenado en su helado cauce,
permite que las lamias sobrevuelen su curso,
llevando sobre sus cabellos, sus peinetas
doradas, con sus reflejos solares 
de polvo macilento.


Sobre los espejos del agua, la luna resbala 
su cuerpo esférico y su desnudez
 queda oculta, tras la densidad de una niebla,
que se recorta entre las ramas de los árboles 
hirsutos y silentes.

Escrito en Septiembre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.




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