encienden su luz, iluminando los sueños
más recientes.
Los muros que te guardan cuentan historias
pasadas y la hiedra cubre todas las palabras
sin sentido.
El viento arrastra sus temores sobre las hojas
secas del otoño, con un soplo helado,
ante la esperada visita de un invierno
de cabellos plateados.
La verticalidad de los álamos contrasta
con las mágicas agujas del ramaje de los hayedos, que dormitan bajo el húmedo musgo.
El río, enajenado en su helado cauce,
permite que las lamias sobrevuelen su curso,
llevando sobre sus cabellos, sus peinetas
doradas, con sus reflejos solares
de polvo macilento.
Sobre los espejos del agua, la luna resbala
su cuerpo esférico y su desnudez
queda oculta, tras la densidad de una niebla,
que se recorta entre las ramas de los árboles
hirsutos y silentes.
Escrito en Septiembre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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