del alma, directamente hacia otros ojos.
Sin nubes, sin deseos aviesos que puedan
perturbar la fluidez de los sentimientos
de amor.
Unidos en una conexión magnética,
cuya transmisión, produce el desarrollo
de una lágrima engendrada en la emoción
del encuentro.
El éxtasis no puede medirse en instantes,
porque en el subconsciente, quedan impresos
los segundos, como siglos imperecederos.
Una mirada, tan sólo una mirada, para abrir
en una sonrisa, las ventanas del alma.
Son malos tiempos y algunas ventanas
llevan postigos de madera y hierro, por donde
no penetra la luz.
Escrito en Septiembre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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