encuentro la llama necesaria, para encender
la hoguera de mis olvidadas ilusiones.
La noche toda está inscrita, dibujando
las órbitas de las estrellas, en el círculo
perfecto de tus labios, durante un prolongado
beso.
En el espacio delimitado, entre mis anhelos
y mi corazón, dulcemente invadido
por tus brazos, encuentro un cielo,
en cuya vastedad se pierden
mis pretéritas angustias
y en icónicos despertares con brillante
resolución, mi alma se anega de amor
con dulce premura.
No soy yo quien canta, es la emoción
que se desborda en la mudez,
ante la inquietud que produce el destello
de una sonrisa, esbozada por unos labios carmesí.
No soy yo quien canta, es el azogue
de mi alma, que suena con celestes arpegios,
emulando el tono de tu voz, en la caricia
de su cadencia.
Es ese recorrido sobre la columna vertebral,
que me hace estremecer, cuando tu mirada
descerraja todos mis temores.
Escrito en Septiembre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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