en la oscuridad de la noche, y ésta desaparece
entre los dorados cabellos del alba.
Las magnolias abren sus pétalos
en la brevedad de un vuelo de aromas,
que impregna el aire.
El aire es un cálido murmullo, un hálito de vida,
respirando en un nuevo día.
El calor muestra la fatiga de las ardorosas
frentes, goteando linfa en los cuerpos extasiados.
Los ojos temerosos abren sus pistilos sorprendidos, llenándose de luz, mientras
las hojas del magnolio adquieren un tono
de cuero marrón, tapizando un suelo,
aún no hoyado.
Los caminos de hierba con su sed de rocío,
se alargan hacia el horizonte, como una lengua
ávida, buscando sus límites, en la exploración
de su incertidumbre, llenando sus vacíos
con el eco de nuestros pasos.
Existe un infinito que, sólo fluye en nuestro
anhelo, y nuestra sombra es proyectada,
bajo la luz de un sol que, continúa ardiendo
en el horizonte.
Escrito en Junio 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.







































