en los bolsillos rotos de mi existencia.
No diré que soy bueno, ni perfecto,
no me corresponde a mí juzgar,
pero jamás hice a nadie daño,
al menos conscientemente.
Tal vez, persiga imposibles,
pero me gusta ser feliz
y hacer feliz a los demás.
Si estoy acaso, un poco loco,
es porque en exceso, la cordura,
me resulta demasiado recia y dura.
Creo en el amor, como el más alto estandarte
de la existencia. La vibración más elevada,
en la cual, el corazón actúa como diapasón
en otros corazones.
Creo en la mente inteligente,
consciente, presente e impenitente.
No creo en el pecado, por haberse equivocado,
ni en el falso temor infundido,
para el dominio del hombre que ha crecido.
Creo en un Dios no inventado,
y en el presente intenso, no el pasado.
En una línea de evolución constante y permanente,
en una muerte cierta y una duda razonable
sobre otra existencia.
La paciencia agotada, tan necesaria
en los tiempos que vivimos.
Mirar sin odio y atravesar el grueso cristal
de la intolerancia.
Un remiendo a tiempo puede evitar
la fuga de nuestras más grandes ilusiones.