Amo la vida y no es mi sino,
atravesar un campo con espinos.
Darle a la vida, rapeando,
no es mi meta,
soy poeta,
estoy creando.
En vaqueros o con traje,
no escupo las palabras verdaderas,
son sinceras,
no consiento que se ultrajen.
Sólo quiero ser oído y escuchado
hasta aquí, por fin he llegado.
Sin voz apenas, ni sonido,
soy un pulso, un latido,
un ser marginal e incomprendido.
Una voz que narra, que no miente
y expresa solamente, lo que siente,
sin más propósito o motivo,
que la resurrección
de un tema en el recuerdo, una canción
¡Porqué estoy vivo!.
Qué ama, sufre y se debate,
en esta sociedad, que va muriendo,
sin poesía al uso y sacudiendo y sacudiendo ,
la voluntad de un pueblo adormecido.
Buscando un motivo, que impuse mi corazón,
el poema, la emoción,
que al viento lanzo y grito.
Poeta olvidado y maldito,
Un clásico que se arrima,
a una realidad que le lastima.
Sin pena, ni poca, ni mucha,
con mi fé puesta en la lucha.
Un hombre es un corazón
y también la voz que grita.
Una mente, que piensa y que se agita,
que usa el verbo, sus razones y escribe,
no se calla, hable y se le sigue.
Persiguiendo una sombra que le niega,
ante una luz que le ciega,
pero estima necesaria,
como palabra viva e incendiaria,
para romper el botíjo
del misterio y su entresijo.
Hablo, cuento, pienso y narro..,
porque el botíjo soy yo
y no soy de barro.
Escrito en Septiembre 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz".