y las nieves se hagan perennes
en nuestras sienes.
Cuando ya no quede nada por hacer
y nuestros ojos se enturbien
y marchiten.
Cuando se detenga el tiempo
y en reposo, los recuerdos
comiencen a pesar más que
las realidades cotidianas y sepamos
reconocer tanto,
nuestros escasos aciertos, como
nuestros numerosos errores...
Tal vez entonces, te acuerdes de mí.
Acaso tú, derrames una lágrima
y yo me iré perdiendo poco a poco,
con la misma tristeza que en nuestra
despedida.
Abrazaré la muerte, sabiendo al menos,
que ella no me dejará, me amará
y no sentiré ninguna traición más.
Tanto amor se malgastó, que ya
ni siquiera podré volver la vista atrás
con nostalgia.
Escrito en Agosto 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".