que van devorando la entraña.
Crecen como una sombra que se alarga,
ocultando la luz de la inteligencia
y sus carnes huelen a humo, a sangre
y a pólvora.
No sé, en que momento de descuido,
se origina la fuga de esta alimaña,
que puede convertir la blanca esclerótica
de unos ojos puros, en miradas ensangrentadas.
El enojo crece, y dibuja rayas en su piel,
como los barrotes de la prisión de su alma.
Un tigre que ruge con la voz profunda
del hambre y la destrucción de las guerras.
Insaciable y sanguinario, oculto entre
las sombras de una razón que agoniza.
Brota su salvaje forma, en un corazón
herido por un irracional rencor, hacia el mundo
y hacia su propia imagen, desfigurada
por los cristales insertados en su corazón.
Nadie ha podido averiguar el motivo
o la causa de su nacimiento.
Depredador de la inocencia, deambula,
atrapado por la sombra de su propio mal
y nada queda, sino la desolación.
Sangre toda, que se agolpa en las sienes,
nublando la libre circulación de la virtud,
nacida de un pensamiento de concordia
y ahora sólo es un triste cadáver,
que se esfuma entre los recuerdos
de los días felices.
Escrito en Agosto 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.




























