cuando un hilo de agua se proyectó
sobre la inusual ternura de las piedras
del estanque, las emociones vagaban
sin remitente, buscando una dirección
o una meta.
Fué un callejón sin salida, el que separó
el crepúsculo de las ganas de acechar
la noche durante la vigilia.
Se fueron agrietando las hojas y fué
un acorde de silencios, los que llenaron
el espacio inaudito de una página
en blanco.
El humo brotaba desde el agua
y sobre la línea de flotación
de los deseos, dormían las ninfas,
ajenas a las florales demandas
o vítores y halagos.
Nadie duerme esta noche y los grillos
frotan sus élitros, hasta que rompe
el alba.
Escrito en Abril 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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