sobre la tierra, sonidos de palabras huecas y memorias perdidas.
Los cirros despeinaron su larga cabellera
sobre el azul sin fondo y los hombres
caminan con sus penurias, más pesadas
que el yugo que portan sus animales
de labranza.
El sudor de sus frentes, huele a esfuerzo
y trabajo y sabe a ilusiones que desecharon.
Rostros de piedra erosionada, arrugados, como tierra reseca
a la espera de las primeras lluvias.
Hay una calle vacía, que asciende
hasta la vieja iglesia y las maderas
del corral, envejecieron tanto que habrá
que romper el silencio para repararlas.
Los viejos cuentan historias antiguas
y vuelven a posar sus olvidadas juventudes sobre los bancos corridos
de la taberna del pueblo.
Escrito en Abril 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz".
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