quedemos en la tierra, como granos
de trigo sepultados.
Ha de soplar un viento amigo, que esparza las semillas buenas
y la tierra vestirá sus mejores galas
con pétalos de sus más hermosas flores.
Antes de que el fuego calcine nuestras
últimas creaciones y las aguas turbias
arrastren nuestros últimos sueños,
crecerá en nuestro interior la inmortalidad
transfigurada en alas de Ave Fénix .
Nada temerán nuestros cuerpos
y en el ánimo germinará una nueva
esperanza.
Ocurrirá dentro de millones de años,
la humanidad vamos muy despacio en el
aprendizaje y no parece que tengamos
ninguna prisa.
Escrito en Abril 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz".
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