la mirada estática, de columnas de mármol, fría como el acero que da muerte a la sangre en su último hervor.
Se adivina un cúmulo de presentimientos, que brotan
de una pérdida de pensamientos sobrios
en el asfalto mojado, durante una noche,
en la que abunda la tristeza, gravitando
en un laberinto de suspiros que se secan
en la breve llama de un anhelo .
Devorada la inquietud por
sus propias ansias,
se mecen los caminantes sin ojos,
en las hamacas dispuestas en la cuneta,
donde suceden todos los accidentes
fortuitos.
Escrito en Abril 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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