todas las esferas, aún gravitando
en pensamientos fugaces o
densidades distintas, fluyendo
hacia los deltas de los ríos,
formando meandros.
Cohesión de energías y una corriente
continúa de emociones, que compartimos y nos identifican.
El azul del infinito en nuestras pupilas
y un verde oxigenado en nuestros pulmones, ávidos de naturaleza.
No neguemos esa conexión, cambiando
su realidad.
La tecnología tiene la frialdad de un ser
sin alma.
Debe servirnos, pero no servir a sus
propósitos y convertirnos en simples
aparatos receptivos.
Somos esa emisión de amor y esa órbita
que roza el infinito con otras órbitas.
Somos carbono vivo, no silicio inerte,
a pesar de los avances tecnológicos,
a pesar de tener un alma de cristal.
Escrito en Abril 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz".
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