de una libélula, acorta el trazado en el útero,
que engendrará un nuevo nacimiento.
Un semblante de tierna flor, con pistilos de seda
y una mordaz rúbrica de vacíos, cuando
todo es una frecuencia en la acción aletargada,
que justifica cada margen explorado.
Cuerpos de escayola quebradiza y escleróticas
derretidas sobre el pan duro de una pena,
en el abandono y aislamiento de una razón
con sobrepeso, que queda rubricada sobre
las paredes, desgastadas por el ánimo, durante
una vigilia impuesta por razones no legibles,
e interpretadas por diáconos, que dibujan
sobre paredes desnudas, leyendo horizontalmente
su doctrina despiadada.
Se abrochan las raídas chaquetas, para que el gélido invierno nuclear
no cale hasta los huesos y alguien enciende una lámpara de aceite,
con la grasa orgánica de quienes no
pudieron ser sepultados.
La atrocidad tiene un alto costo y nos hemos quedado solos
y desconectados de todo cuanto fuimos creando a través de los siglos.
Perdimos la capacidad de imaginar e inventar.
Perdimos el don de la intuición y vamos cayendo, como copos de nieve,
sobre la hoguera de la inconsciencia que nosotros mismos hemos creado.
Escrito en Noviembre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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