para ponernos a prueba,
en una experiencia nueva,
ante una duda extasiada.
Siempre que la duda crece,
llega la insatisfacción
y entonces, nuestra razón,
comienza a hacer un despiece,
más allá del bien y el mal,
sin obrar en consecuencia,
sin temor a la conciencia,
pues la vida es un erial.
Por ello, la tentación,
se ha de dar por admitida
desde el punto de partida,
al ignorar la razón.
La clave en nuestro existir,
es ser fiel a la razón,
pero con la tentación
llegamos a delinquir.
Aunque digan que es pecado
y se deba resistir,
pensamos en sucumbir
y la tentación nos gana
ese respeto a su fama,
porque nos ha conquistado.
Al fin te vas convenciendo,
que nada se queda inerte,
si acabas por convencerte
y terminas sucumbiendo.
Tal vez la mejor forma
de vencer la tentación,
es buscar esa ocasión,
para romper toda norma.
Y vivir la tentación,
para saber su atractivo,
porque siempre habrá un motivo,
que lleve a su discusión.
Sí nunca fuiste tentado,
va a quedar en tu conciencia,
la huella de tu inocencia,
sabiendo que no has pecado.
Pero es también de razón,
saber que toda experiencia,
enriquece tu existencia,
sin necesitar perdón.
Escrito en Noviembre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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