martes, 12 de noviembre de 2024

En la unidad del espíritu.

El deseo brota,  cuando hay un vacío en el alma y se trata de llenar con cosas materiales,
inservibles.
La angustia que genera el deseo, se transforma en una inquietud latente y disfraza
de una falsa felicidad, la obtención del objeto 
de dicho deseo.


Una vez que lo poseemos y está en nuestro poder,
volvemos a sentir ese vacío existencial 
y pierde todo interés.
El vacío nos arrastra hacia la motivación 
de otro deseo, que de nuevo nos provoca 
un estado de ansiedad, porque el vacío 
no es algo físico, sino espiritual.


El estado de plenitud es emocional, desde
un plano vibracional del alma.
Todas nuestras acciones debieran tener 
una adecuada medida vibracional, equilibrada 
con el universo.
La conciencia crece y se desarrolla desde
la concepción de encontrar una fusión de voluntades, liberadas del deseo y unificadas 
en la autenticidad de un sentimiento de amor,
que nos libere de todas las ataduras materiales.


Desprendidos del orgullo de nuestro ego,
volvemos a habitar en nuestra auténtica 
realidad y es entonces, cuando nos conocemos y reconocemos en todo lo que 
se manifiesta.
Nada necesitamos, porque somos todo 
lo que se declara en la unidad.
No existen barreras en la mente liberada.
No hay vacío concebido, cuando en la unidad 
no hay ninguna fractura.

Escrito en Noviembre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.




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