jueves, 24 de abril de 2014

El Fuego

Inquieto ser que se agita,
al aire, rama de luz,
deshace el negro capuz
y desde el suelo levita.

En su ansia va creciendo
y su diente, en su avidez
deja a un lado su mudez
y al silencio va venciendo.

Creciendo, ya sin demora,
su apetito se engrandece
y su lengua crece y crece,
mientras la materia llora.

Al aire se oye un quejido,
como un duro crepitar
y se siente agonizar
hasta el más leve latido.

Temeroso de su muerte,
mata por seguir viviendo,
de esta forma va creciendo,
se hace más grande y más fuerte.

Es tal el poder que clama,
de tal naturaleza fiera,
que se convierte en hoguera
lo que fué una leve llama.

La ceniza por alfombra,
la luz por sable de fuego,
para enmarañarse, luego
en un juego con las sombras.

Tras su labor, ya por muerto
extinto e incinerado
en el rescoldo apagado
queda un estertor incierto.

Fuego hallado, por temido
he de controlar tu enojo,
tu espíritu violento y rojo,
como sangre en un latido.

¡Fuego soberbio!¡Presume!
Que tu poder te enaltece,
mientras que en la llama creces
por tu afán, ya te consumes.


Escrito en Abril 2014 por Eduardo Luis Diaz Expósito "zuhaitz".



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