Tu que atesoras riquezas
materiales, como el oro,
olvidas que hay un tesoro
que lo supera en grandeza.
Es el tener la certeza
del bien obrar y el decoro,
la virtud en alto coro,
la rectitud sin flaquezas.
Archívalo en tu memoria
te servirá de aliciente
cuando dudes de tí mismo.
En ello está la victoria,
y si lo tienes presente
no caerás nunca al abismo.
Escrito por Zuhaitz en 1984
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