Adelanto un pie a cada paso y observo
que el transcurso de la vida es
avanzar con un pie, para dejar siempre
algo detrás de nosotros.
Aceptar la aventura que se ofrece
a cada nuevo avance y dejar atrás
aquello que fuimos y nos conformaba,
para averiguar a qué dimensión o altura
podemos llegar.
El horizonte no es el final de una meta,
sino el propósito de iniciar el paso,
con la ilusión de llegar, cada vez
un poco más lejos, en ese afán
de descubrimiento, para encontrarnos
a nosotros mismos fuera y dentro
de nuestra realidad sentida.
Experimentar la sensación de unidad
con todo aquello que nos rodea
y nos identifica en nuestro entorno,
Desbordados en infinitos ríos,
sobre una Babilonia fértil en tierra
y pensamientos, que van creciendo
en las distintas fases de una luna,
que rige nuestras emociones,
guardadas en las montañas, que se elevan
tan altas como nuestros anhelos.
Escrito en Marzo 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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