Una detonación rompe el silencio,
un beso o un disparo, un cristal roto
o corazón herido, en una inminente guerra
por mantener la paz y justificar tanta muerte,
flotando pestilente, en los ríos de la vida.
Una apuesta perdida y el amargo desencanto
de la traición a nuestros ideales
más elevados.
Muchos inocentes, sepultados
en la fosa común de la cómplice indiferencia,
levantando las piernas con el justo movimiento
para no pisar los cadáveres
que pudimos evitar, tan sólo con una palabra
y una actitud de rebeldía.
La epilepsia y la sincronía mecánica
de las mentes, que perdieron
todo atisbo de emoción.
El disparo inoportuno que originó el fuego
en las hogueras de las vanidades humanas
y el desinterés por todo,
hasta por la propia vida .
Escrito en Marzo 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario