Un último sueño sobre la dureza mineral
de la lápida, en la que se graba
nuestro nombre para que perdure
en el tiempo, mientras nuestro cuerpo
se deshace lentamente en el polvo
o arenas que se van sedimentando
sobre nuestros hechos, como limo
en el fondo de las memorias perdidas.
Acaso el fuego aporte las alas, que el espíritu
necesita para ser eterna llama.
Fuentes proboscidias hacen descender
el agua que borra en su descenso,
todas las cenizas frías, y el humo se extiende
azul y gris con formas fantasmagóricas,
escondiendo su apariencia entre las capas
más finas del éter.
El último sueño, no sé si para despertar
a otra realidad o imaginar que la vida fue
tan sólo una ilusión dentro de otro sueño,
más estridente y colmado, que se diluye
cuando ya no queda nada para recordar.
Escrito en Marzo 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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