Con la tersura de una piel de seda
y una voz que susurra en el alma
la cálida caricia que se espera
de sus manos leves, se roba el espíritu
en el beso, en el que entregamos todo el ser
por conquistar el amor, como un preciado
y escaso bien.
¡Duele tanto el amor no correspondido!
Alma de cristal, tan bella como quebradiza.
La pena nos ahoga y náufragos
de nuestras propias lágrimas,
tratamos de huir de la dureza de una realidad
que nos hiere reiteradamente,
por nuestra inconsciencia, al pensar
que tras un día aciago, vendrá otro mejor...
como si de una ley exacta, se tratara.
Las personas son como el vino,
sólo el buen vino madura
y mejora con los años.
El mal vino será pronto vinagre
en el estremecimiento de nuestras
esperanzas marchitas.
Escrito en Marzo 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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