Tus piernas enlutadas por medias oscuras
y una falda ceñida, que convierte la cadera
en una insinuación, al caminar.
La forma se estiliza en los muslos,
que elevados por unos zapatos de tacón alto,
añade una gracia nueva y se alarga
como un deseo que no se alcanza.
Unas escaleras pronunciadas y eternas,
se atribuyen la tentación de elevar la mirada,
desde los muslos hasta el ático,
donde tus caderas se pronuncian
en curvas voluptuosas, de unas nalgas
que escapan entre la seda de tus bragas.
Pecador de la belleza y la sensualidad
que se desprende de tu cuerpo incendiario.
En mi deseo siento aún, las cenizas ardientes,
que no puedo aventar con suspiros
desde mi pensamiento.
Soy la nave perdida,
en los mares de la pasión,
con el mástil alzado y las velas desplegadas,
a merced de las corrientes
que originas en mi calma,
en las mareas de tu devenir.
Escrito en Marzo 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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