He rozado con mis alas el crepúsculo
de tus ojos soñadores, escuchando la música
que imagino para tu movimiento , al andar,
oscilando con gracia tus caderas.
Busco la armonía en mi alma, para que
la emoción al contemplarte, no desborde
mi mirada en álgidas cascadas de lágrimas,
surcando mi rostro.
La emoción es un río de frescura divina,
mas, en el fondo las piedras poseen
cantos abruptos, que hieren los pies
de quienes caminan con los ojos
mirando al cielo, maravillados y olvidan
dónde están pisando.
Me he incendiado en la pasión y te adoré,
ignorando que el oro que puse en tu frente
y mi memoria, era de peso excesivo,
para tus mermadas fuerzas.
Te elevé al grado de diosa, pero no sé
si fué la gloria o la falta de oxígeno,
pero bajaste en picado, desde tu altar
al más profundo de los infiernos.
Escrito en Marzo 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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