donde flotan los sucesos de las vidas,
porque emergen desde el paso de la historia,
por las huellas que quedaron sumergidas.
Los recuerdos pesan sobre las acciones,
que llevamos como carga que, aliviada,
en el fondo, sólo en nuestros corazones,
se han sentido, cuando ya no queda nada.
La conciencia es esa angustia desmedida,
que nos queda en una trágica labor,
cuando tarde en sanarnos, esa herida,
que mancilla en el recuerdo su dolor.
El amor es como un bálsamo a diario,
aplicado en nuestra triste soledad,
pues resulta en su obviedad, tan necesario,
que queremos convertirlo en realidad.
Siempre queda un gran vacío en la impaciencia,
angustiados por llegar hasta una meta,
que permita rescatar en la conciencia,
esa paz, que al asumirla, comprometa,
a encontrar por su razón, todo el sentido,
pues amarga es su experiencia, si nos falla,
la maldad tiene un destino perseguido
y nos busca en esta vida, que es canalla.
La conciencia es una carga o un alivio,
que libera o que destruye nuestra idea,
abocada sin remedio hacia el suicidio,
cuando falta un motivo en que se crea.
La verdad cuando se siente nos mitiga
un dolor que surge en nuestra complacencia
y es muy cierto, que en la vida nos persiga,
para hallar el fondo mismo, en la conciencia.
Escrito en Enero 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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