la dulce carne amorosa, temblando
en el primer encuentro.
Abristeis las esclusas de vuestra alma,
con un caudal incipiente de agua derramada,
desde la pupila azul del cielo.
Vosotros, amantes de las sombras,
bajo el pálido reflejo de la luna
o la estática piedra, perfilada por la escasa luz
y oculta al deseo.
Vosotros, que divagasteis en amores,
de cuya constancia os hablaron voces eternas.
Buscabais la blanda hechura de un corazón
palpitante.
Diapasón de sentimientos, cuya resonancia
aún perdura, como un eco
en vuestras memorias.
Amasteis en la pubertad, el roce angelical
de unas manos de seda.
Nada limitaba esa cercanía de un pecho
alborozado que, buscaba el contacto
en la órbita de unos labios,
besando imposibles, imaginando
esferas de luz, sobre las cabezas
de vuestros rostros resplandecientes.
Vosotros, locos perseguidores de sueños,
alborozados en la credulidad de una belleza,
que la luz de la bondad irradiaba sobre
vuestras vidas.
Esos instantes, grabaron vuestros nombres
y el amor nació en vosotros,
bajo un relámpago de dicha imperceptible.
Escrito en Enero 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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