viernes, 3 de enero de 2025

Amanecer Otoñal.

La piedra detiene el tiempo sobre el musgo
apacible y florecido. 
Verde paisaje, en la humedad de un gélido beso, cuyo labio se extravía 
en los hayedos del bosque.


Reminiscencia de un somoliento bostezo que, marca un antes y un después.
Verde presencia entre la exuberancia 
de ramajes ocres de otoño.
Barbados gigantes, que de la tierra brotan,
como angustias de fuego, apagadas, consumidas ante el esplendor de la luz que,
transita entre las horas vacías.


Las sombras se ciernen, coronando ese instante de luz, que tímidamente emerge,
vistiendo de oro y púrpura las copas 
de los árboles.


Engaño de un párpado que no se cierra,
no pestañea, ante el asombro de la claridad,
que avanza, bañando cada recodo que habita,
miserablemente triste, y sin embargo,
pletórico ahora, en el gozo de sentirse 
declaradamente cierto, palpable
 en la inmensidad de su voz, musitando 
la gracia de aparecer brillando entre ardientes 
topacios, que al sol sustrae, tal vez inadvertido
en esa innata sonrisa, que va creciendo 
sobre el horizonte.


Ha amanecido otro día, otro milagro emergente 
entre las sombras difusas de una noche 
de ensueño.

Escrito en Enero 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.





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