que intenta desde siempre comprender
y lentamente, al caos se va despacio,
al punto en que nos puede sorprender,
que queda una frontera infranqueable,
que emerge desde un desconocimiento,
que por desconexión, se rompe el cable,
que ignora por cada descubrimiento.
Absortos, contemplamos las estrellas,
por un afán, que al ser contemplativo,
dejamos de observar las cosas bellas,
que llenarán sin duda, otro motivo.
Se escapan sus enigmas de las manos,
tratamos de encontrar en el abismo,
algo muy diferente, en otros planos
cuando la realidad está aquí mismo.
Y como siempre, existe una frontera,
que debe completar su exploración,
porque el mayor misterio, no está fuera,
está escondido en nuestro corazón.
Del ser humano, poco se conoce,
su mente es un enigma a resolver,
pues entre sus neuronas, sólo un roce,
invita a regresar, para volver
a casa, hacia el espíritu indomable,
que rige la razón, y nos permite
volver a reparar lo reparable,
sabiendo lo que ello nos transmite.
Volver a casa siempre, hacia el origen
a caminar seguros y despacio,
porque las fuerzas que ahora nos dirigen,
no se hallan solamente en el espacio.
Están alrededor y gravitando,
a punto de poder ser descubiertas
y es algo que, tal vez se esté olvidando,
cuando cerramos ciegos, nuestras puertas.
Así, desconocemos nuestra tierra
y la matriz de toda creación,
en la investigación, también se yerra,
si no se encuentra pronta solución.
Nuestro planeta muere lentamente
y nuestros ojos ven en la distancia,
los mundos que ignoramos pobremente
y hay temas que tienen más relevancia.
Debemos de trazarnos una meta,
en nuestras voluntades, como humanos
y es preservar con celo este planeta,
antes de que se muera en nuestras manos.
Escrito en Enero 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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