Su vientre de madera, roza y se sumerge
ligeramente, en un beso que se desliza,
como queriendo huir del compromiso
de amar la quietud de sus aguas.
Sobre la cubierta, se preparan las redes,
para robarle al mar, la vida que se oculta
en sus profundidades.
Un cielo gris de tormenta, lo tiñe de tristeza
y el mar se agita en feroces convulsiones.
Vivimos con angustia el enojo que el viento
narra y sobre su cuerpo se rizan las olas,
como furiosas lenguas que pronuncian
rumores de muerte, con una gravedad latente,
que emerge desde su alma, ennegrecida
por el dolor.
La suavidad calmada de sus aguas, se rompe
con furiosos estallidos, sobre las duras rocas
de los arrecifes y las naves naufragan,
para quedar sepultadas bajo una gran masa
de agua salada.
Escrito en Diciembre 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

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