puro del ser humano.
un alma sin fracturas y una conciencia limpia,
antes de llegar al desorden producido
por la ambición desmedida y los vicios,
generados por los apetitos.
Esto ocurre, cuando ya nada se espera
e intentamos llenar nuestros vacíos
con objetos inútiles.
Se pierde la consciencia del mundo en la fe
y en el combate, perece lo mejor de nosotros mismos.
En la soledad de la noche se extravían
nuestras mejores intenciones
y entre sombras, emergen los fantasmas
de nuestros peores temores.
No supimos que éramos libres y permitimos
que fuéramos esclavizados en una cadena que, nosotros mismos forjamos.
Incapaces de observar nuestra imagen
real en todos los espejos de la vida,
rompimos en pedazos, el frágil cristal
que nos unía a nuestra auténtica realidad.
Errantes en la inconsciencia y merecedores
del mal que exprimimos en nuestras almas,
por nuestros bajos instintos.
Escrito en Septiembre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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