nuestras vidas, sin cesar se precipitan,
hay motivos y experiencias, que la excitan
y se imprimen con los hechos, en momentos.
Se derraman sobre el tiempo, cual la arena
que se esparce lentamente en el desierto,
ante ese sin vivir, precario, incierto,
gobernado en el dolor, por nuestra pena.
El quejido en nuestra vida es la impaciencia,
que tenemos al buscar el resultado
de las obras, que en su día han comenzado
por el fruto del tesón en la paciencia.
Como hojas del otoño, desprendidas,
que tapizan nuestro suelo en la constancia,
los destinos tienen esa relevancia
que les dan nuevo color a nuestras vidas.
Escrito en Septiembre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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