lunes, 30 de septiembre de 2024

Un mar que sueña amaneceres de esmeraldas.

El mar babea espumas al besar las playas.
Inmenso en su lágrima de sal y de constancias.
Brevedad de lunas sobre el horizonte 
y sepulcro de aguas, entre la incertidumbre 
de las olas, en su perpetuo vaivén.


Apenas, un labio que crece en la nostalgia
y se derrama sobre las arenas del tiempo.
Se pierde en el horizonte, como un límite 
que no se comprende en la esférica totalidad,
aún no resuelta, aún no declarada.


Vastedad en la superficie y profundidad 
o misterio, en un seno de cóncavos recuerdos 
o naufragios perennes de la razón.
Aguas oscuras y abisales que emergen 
 a la superficie, bebiendo la luz en sus reflejos 
cristalinos.

Lengua muda en el murmullo y suspiro 
ondulante que, el viento peina y escucha.
Sintaxis escrita sobre las emociones y calma
resuelta en la meditada contemplación 
de su cuerpo verdinegro o azul intenso 
bajo la carpa de un cielo que acaricia 
su superficie, mientras duerme o sueña 
amaneceres de esmeraldas.


Escrito en Septiembre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.




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