en el reflejo de la mente
y fluye en el corazón una nueva sangre,
con el color del sol y los aromas
de una rosa recién cortada.
Me aguarda una sorpresa
en cada recodo del camino y mi voz
se va estrellando en roca viva,
abriendo horizontes de fresca hierba
en los gestos áridos de las gentes.
Somos una entrega reciente sin dirección
y un beso que cae dentro
de un bolso abierto.
Una apuesta perdida en la agonía
de la luz de unos ojos, llenos de lágrimas, pero aún no se ha cerrado
el puesto, donde se venden esperanzas,
envueltas en confortables abrazos.
Es un consuelo saber que no estamos
solos y vamos creciendo juntos,
para alcanzar las esferas doradas
de nuestros sueños.
Escrito en Mayo 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz",
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