La inocencia irrumpe, furtiva como luz
a través de una ventanilla.
La belleza entonces, se desprende
de su irisado plumaje y oculta su rubor
entre las sombras.
Llueven rosas desde los drones, cuyas alas
rozaron los rayos de un sol vespertino,
mientras la tarde danza en su desmayo,
a ritmo de vals sobre los arpegios perdidos
y las máscaras sobre el rostro, impiden
que nuestros sueños más frágiles,
huyan de nuestras mentes.
Las sonrisas se tornan claveles, que revientan
en los labios para producir carcajadas,
abriendo sus pétalos.
La vida es tiempo que pasa raudo
sobre el asfalto gris de las memorias,
pero hemos recobrado parte de esa infancia,
olvidada en nuestras ausencias.
Escrito en Diciembre 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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