martes, 21 de septiembre de 2021

Mucho peso en mi mochila.

El corazón late en las palmas de mis manos.
Se crispan en marejadas de desolación 
y se agitan cuando hay mar de fondo 
en mi alma.


Advierto un sabor salobre en mi paladar 
y duelen mis sienes, como viento herido
de otoño, que cae sobre la hierba mansa
arrebatando un obligado saludo, al inclinarse
ante sus suspiros.

Hoy la soledad me roba un tiempo, no sé
si de felicidad o de  inconsciente pálpito 
en la ilusión.
Me muerde la nostalgia en las noches,
en que retorno hacia mi mismo 
e intento volar sin alas, aún estrellándome
una y otra vez contra el vacío.


Escucho voces perdidas o ecos
 que han perdido el almíbar de su constancia 
y reflexiono sobre mis aciertos y mis errores.
Corto el sedal que me une a esa profundidad 
en que me voy perdiendo e imagino
que mi fuerza radica en mi palabra.


Mi voz no la escuchan aquellos 
que divagan errantes y arrastran con sus pies,
la herrumbre de los días cotidianos
 y aburridos.
Creo que tendré que atar los cordones 
de mis zapatos para no tropezar,
ya que llevo en mi mochila, todo el peso 
de mi vida.


Escrito en Septiembre 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.





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