¡Cuántas veces caen hacia adentro,
las lágrimas que no vertimos!.
No es sensiblería admitir que las emociones
son la lava de un volcán en erupción
y cuando desciende por dentro,
dejando cicatrices en el alma,
el cielo se cae sobre las espaldas,
de quienes, mirando hacia la tierra,
ignoran el cielo, que les muestra
un hueco azulado entre nubes
de tormenta.
Los dedos buscan ese espacio
entre el paladar y los dientes, para emitir
un silbido que se haga eco,
en el blando corazón del silencio.
Mi mano despierta del letargo para proclamar
lo que con mi voz no acierto a llegar
hasta el valle.
¡Cuántas veces, los suspiros
quedan retenidos! Cuando pujan
por la libertad de ser y manifestar
su naturaleza de anhelos, con cerrojos
de razón y extrañas conveniencias admitidas,
para intentar salvarnos de las opiniones
falseadas de los demás.
Escrito en Abril 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito.
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