En el batir de las olas o el hálito
que se desprende de la arena con el calor,
observo esa quietud,
en la que se detiene el paso
y tan sólo se trata de sentir
la caricia del sol en la piel
y el aroma del bronceador en los cuerpos
que transitan por mi lado.
Un hoyo en la arena, para tratar inútilmente
de llenarlo con agua de mar...
Pero así es el juego de los niños
y esa emoción que les produce
su desaparición .
¡ Se lo ha bebido la arena!
Y ríen y juegan, chapoteando en la orilla,
con tanto temor como curiosidad,
al sentir la espuma del mar entre sus pies.
Se escapa el aire de unas risas
entre sus escasos dientes,
con la carita blanca de crema
y los muslos mojados ( pececillos huidos
del mar de sus fantasías )
Jugando en la playa, sin importarles saber,
que un día crecerán y olvidarán tal vez
este día.
Escrito en Abril 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”
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