No te diremos dónde queda esta calle
o aquella...te llevamos a su encuentro,
en brazos de la armonía.
Es nuestro carácter, duro, pero sincero
y amable.
Bilbao, duro como el hierro y sensible
como la blanda lluvia o las emociones
que nos guardamos.
Nuestra cadencia la marca un zortziko,
escalera interminable, para ascender al cielo
desde San Juan de Gaztelugatxe.
Bilbao se orilla hacia el mar y asoma
su balconada de arrecifes severos,
para saborear la sal de sus puertos marineros.
Es la lágrima que desciende en río,
transformada en ría enamorada,
saciando su sed en el alma
de los hombres de mar.
Alma de entrega a las duras faenas
de sus embarcaciones, buscando
la abundancia en la pesca
y ese rayo de sol que muere en el horizonte,
posándose sobre el lomo de los montes,
convirtiendo en azul sus verdes laderas
y dorando la superficie de su mar extasiado.
Escrito en Abril 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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