No me habléis de amor, no confundáis
algo sublime, con esa necesidad de sentirnos
propiedad de alguien o que alguien
nos pertenezca.
No me habléis de amor, sin el sagrado oficio
de dar, aún sin recibir, tan sólo por procurar
una dicha a otra persona, sin perjuicio
de la nuestra.
El propósito es sentir la dicha en la felicidad
de los demás, pero sin olvidarnos
de nosotros mismos, como artífices
de ese milagro.
Amar es eso, una proyección
de nuestra felicidad, en lis demás.
Ser afluente que maña y refresca el calor
de los que amamos, sin necesidad
de pasarlo nosotros.
Abrir una olla y compartir lo que tenemos,
o un corazón, o una vida, cuando los demás
están dispuestos a hacer lo mismo
por nuestra persona.
Amar es compartir, no privarte del cielo,
viviendo un infierno, para salvar
a quien no desea ser salvado.
Escrito en Abril 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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