martes, 25 de febrero de 2020

¡Es la Hora...de las Ánimas!

¡Es la hora! Ha sonado el  carrillón
de la vieja iglesia.
A nadie se vió tañer las campanas
y sin embargo...

Por el suelo del camposanto, se extiende
una densa niebla, dejando escarcha
entre la mísera y escasa hierba.
Las lápidas vestidas de verde musgo,
juegan a ocultarse entre sombras
y claroscuros, un olor intenso y almizclado
envenena el aire con su hedor.

La carne fué siempre fruto del pecado,
de ahí su corrupción
en un tiempo inmisericorde,
que nos la muestra entre los huesos
parcialmente descarnados.

Las cuencas vacías
en los blanquecinos cráneos,
atrapan la noche en una densidad
carente de astros.
Ni siquiera las luciérnagas los alumbran,
entre un predispuesto temor
o un soterrado refugio entre la hierba.

Despacio caminan, incorporándose
desde sus sepulturas, bajo una luz trémula
y mortecina, disimulando una maligna sonrisa,
bajo un hechizo de sangre coagulada.

¡Es la hora! Mientras todos duermen,
en una tranquila y sosegada ignorancia,
se alzan las ánimas, despiertan los temores
antes sepultados y ahora mostrados
a la luz, por unos indecisos rayos,
ante el asombro
de vuestros ojos sorprendidos.

Escrito en Febrero 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".




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